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El erotismo es un juego entre el yo, los fantasmas privados y los jugadores

(Mario Vargas Llosa)

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La historia del arte está repleta de obras realizadas por hombres y para hombres, dirigidas a satisfacer sus gustos y necesidades. Esa mirada masculina se impone en gran parte del arte que conoces. Por eso, cuando se trata de erotismo, no es de extrañar que la inmensa mayoría de desnudos que llenan los museos sean femeninos y al gusto de su clientela. En los tiempos en que la pornografía no existía, los compradores de arte encargaban obras eróticas o los artistas se esforzaban en hacer cuadros a la medida de sus compradores. Eso ocurría paralelamente a la extrema desigualdad con las mujeres, en una sociedad que las dividía entre Venus castas o Evas venenosas.

Las figuras de diosas mitológicas han servido de excusa para representar muchos desnudos femeninos a lo largo de siglos. Pero también coexisten las obras que representan a mujeres reales cargadas de erotismo, en su mayoría para disfrute de los hombres.

Te muestro algunas en diferentes épocas.

La prefieres vestida o desnuda?

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Francisco de Goya. La maja desnuda. 97×190 cm. 1795-1800. Museo del Prado.

Si buscas esta imagen en Google es posible que esté censurada y no puedas verla, porque los buscadores no distinguen entre desnudos reales y obras de arte realistas. (Este pudor algorítmico sorprende al lado de tanta pornografía descontrolada al alcance de menores).

Francisco de Goya (1746-1828) pintó La Maja vestida (Si apre in una nuova finestra) para Manuel Godoy, primer ministro de Carlos IV, quien le encargó también esta versión desnuda para su gabinete privado. Se trata de Pepita Tudó, amante de Godoy. Goya la pintó sin que ella posara para este segundo cuadro, desnudando en su imaginación el cuadro de la Maja vestida. Se sabe porque las proporciones coinciden plenamente.

La composición sigue el modelo de Tiziano o Velázquez para las Venus tendidas, aunque la novedad es que se trata de una mujer real y no una diosa. En 1814 se le incautaron los bienes a Godoy y el tribunal de la Inquisición calificó ambas obras como obscenas.

La exótica Odalisca

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François Boucher. La odalisca morena. 53 × 64 cm. 1745. Museo del Louvre.

En esta obra de François Boucher (1703-1770) perteneciente al Rococó, puedes ver la exageración del escenario cargado de telas y pliegues. La mujer es una “Odalisca” es decir, una esclava del harén de un señor turco. Esta situación poligámica debió encender los deseos de los varones europeos del XVIII que se aficionaron a estas imágenes de mujeres exóticas y desnudas procedentes de un mundo oriental sin tabúes, capaces de hacer volar su imaginación erótica. Se decía de Boucher que, más que desnudas, las pintaba “desnudadas” por colocarlas en “poses vulgares pero elegantes”.

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Argomento Secretos del arte

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