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No es la carne y la sangre, sino el corazón lo que nos hace padres e hijos

Friedrich Schiller

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Pronto es Navidad y como cada año te hablo de la historia bíblica asociada a estas fechas. Pero, esta vez, quiero centrarme en una figura que tiene quizás menos importancia, pero que a mí me resulta especialmente simpática: José. Primero por su historia y después por su oficio, pues es un artesano que trabaja la madera y la piedra, o sea un artista.

José es el padre adoptivo de Jesús y me es simpático, porque no siendo de sangre si lo es de corazón y de hecho. Ejerce todas las funciones de padre, le enseña incluso su oficio al hijo y, según las épocas artísticas, aparece representado de diferente manera.

La narración bíblica es insuperable como guión de ciencia ficción, pues María le dice a su novio José que un ángel en forma de paloma es quien la ha embarazado, pero ella sigue siendo virgen. Y este hombre se cree la historia y sigue adelante adoptando el papel de padre y protector de la familia.

Te invito a un recorrido por las obras de Sandro Boticelli, Marc Chagall, Bartolomé Esteban Murillo y John Everett Millais.

El viejo José

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Sandro Boticelli. Natividad. 1473-75. Museo de Arte Columbia. Carolina del Sur.

Desde el siglo XIV al XVI la figura de José, en las escenas del Nacimiento, es presentada como la de un hombre viejo y barbudo cuya edad contrasta con la de la madre, que es mucho más joven. Los estudiosos de la Biblia se han dedicado también a deducir las edades de los padres de Jesús cuando este nace. Curiosamente creen que María tendría entre 12 y 14 años y José entre 30 y 40. Estos matrimonios que hoy escandalizan parece que entonces eran habituales.

Algunas veces, en los cuadros de este tiempo, la figura de José está algo separada del grupo o en un modesto segundo plano. Otras veces, como aquí, enmarca con María a Jesús en el centro. Es curioso observar que, en estos siglos, a menudo el niño se muestra en el suelo. En primer lugar, se quiere resaltar la magia del hecho: su madre está rezándole como si se lo hubiera encontrado ahí, sin haberlo parido. En segundo lugar, hay una unión de lo divino y lo terrestre, al presentarse como un ser humano y estar en contacto con la tierra.

Sandro Boticelli (1445-1510) no pintó muchos cuadros religiosos. Seguramente lo conoces bien por El Nacimiento de Venus (Öffnet in neuem Fenster)y El Nacimiento de la Primavera (Öffnet in neuem Fenster). En este cuadro, como corresponde a un pintor del Renacimiento, le interesa la arquitectura, la simetría y la perspectiva. La construcción, aunque es modesta, obedece a una perspectiva central y ese humilde cobertizo denota profundidad.

Toda la escena está idealizada porque el pintor quiere resaltar la espiritualidad del acontecimiento. Boticelli integra el espacio del cuadro con la naturaleza, como defensor del humanismo renacentista. En otra obra suya, Natividad Mística (Öffnet in neuem Fenster), toda esa espiritualidad está exagerada al máximo.

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Kategorie Iconografía y mitologías

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