Pan, circo y algo que venerar. Es todo lo que necesitan

Isabel Allende

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El poeta romano Juvenal criticó la conducta de los emperadores Augusto y Tiberio que regalaban pan a los espectadores del circo para paliar su hambre mientras les entretenían y, mediante este soborno, obtener su voto. De ahí la frase “Pan y circo”. La escritora Isabel Allende añade ese “algo que venerar” como el tercer componente de la infalible fórmula para dominar a la masas. Hoy ese “circo” lo forman, sobre todo, el fútbol y las redes sociales.

Fueron los griegos quienes inventaron la palabra circo para definir un espectáculo para todos los públicos, mientras que los romanos llamaron circo al edificio donde hacían sus espectáculos de gladiadores o de batallas navales. En la Edad Media se formaron las primeras compañías trashumantes de acróbatas y malabares. En el Renacimiento fueron legalizadas estas compañías y se les permitía instalar grandes carpas en las plazas. El circo moderno, como se entiende hoy, nace en el siglo XVIII gracias a Philip Astley en Londres, con caballos, acróbatas e incluso payasos. Era un espectáculo increíble para entretener, imagínate un tiempo todavía sin cines, ni festivales de música ni Netflix.

Muchos artistas no se han resistido a la magia del circo y seguro que conoces los cuadros de Chagall, Picasso, Miró y tantos otros. Hoy te muestro un pequeño recorrido por obras menos conocidas, ya que todas fueron hechas por pintoras. Se trata de las obras de Erma Bossi, Mabel Pryde, Jeanne Mammen y Maruja Mallo.

La pista circense

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Erma Bossi. Circo. 64 × 79 cm. 1909. Städtische Galerie en Lenbachhaus. Múnich.

Se han conservado pocas obras de Erma Bossi (1875-1952), la mayoría fechadas a partir de 1920. Por eso, este cuadro tiene una importancia especial por ser de su época temprana y uno de los primeros cuadros expresionistas que se conocen. La artista nació en la actual Croacia aunque creció en Trieste y estudió en Múnich desde 1904. En 1909 forma parte, junto a otros, con Kandinsky, Gabriele Münter y Jawlensky de la “Nueva asociación de artistas de Múnich”, tres artistas con los que además compartió pensión en esa ciudad. Este cuadro se exhibió en la primera exposición que realizaron juntos, de un total de tres, hasta que se deshizo el grupo en 1912. Todas ellas tuvieron un fuerte rechazo del público.

Pero Bossi había empezado a exponer a los 22 años y su trabajo se elogió en la crítica de la época diciendo que “no es tan delicada como otras mujeres porque su energía es violenta y atrevida”. O sea, que desde el principio mostró un estilo muy personal.

Se enamoró del tenor italiano Carlo Barrera y, aunque no se casaron, algunas de sus obras las firma como Erma Barrera Bossi. Esa amistad duró treinta años. Durante la Primera Guerra Mundial permaneció en Paris, pero a partir de 1920 se estableció definitivamente en Italia donde vivió en la pobreza, aunque participó en numerosas exposiciones y en la Bienal de Venecia de 1930 y 1935.

Su arte se basa en la fuerza de la luz y el color y transmite su mundo interior de forma directa, eliminando los elementos superfluos.

El vestuario

Mabel Pryde. Arlequín con una silla. 1910. Galerias Nacionales de Escocia.

A la escocesa Mabel Pryde (1871-1918), puedes encontrarla también bajo el nombre de Mabel Nicholson porque estuvo casada con el artista William Nicholson con el que tuvo tres hijos artistas. Aquí ves a su hija, la pintora Nancy Nicholson, quien posa de arlequín para su madre en varios cuadros. La artista contrasta los reflejos brillantes del vestido con la atmósfera nocturna. Más que el circo lo que se homenajea aquí es el personaje de arlequín.