¡Que las musas te encuentren trabajando!
Pablo Picasso
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Muchos pintores han inmortalizado mujeres en sus cuadros que la historia ha bautizado como “musas” siendo su función ser inspiración. Su papel se ha reducido al de existir, posar y ser contempladas. Pero, ¿qué sucede cuando esas mismas mujeres también fueron artistas?
En la mitología griega, las musas eran las divinidades que guiaban la creatividad de los artistas y poetas, pero su poder no radicaba en la creación, sino en la inspiración que otorgaban a otros. Con el tiempo, el concepto se trasladó al arte, convirtiéndose en un término que a menudo ha reducido a muchas mujeres a meros símbolos de belleza o enigmática inspiración.
Victorine Meurent, Elizabeth Siddal, Suzanne Valadon y Marianne von Werefkin fueron mucho más que modelos o fuentes de inspiración. Sí, sus rostros aparecen en obras célebres: Meurent en las pinturas de Manet, Siddal en los cuadros prerrafaelitas, Valadon en las composiciones de Renoir, Toulouse-Lautrec, Modigliani y muchos otros y Werefkin en los lienzos expresionistas de Jawlensky, Robert Eckert o Willy Fries. Pero ellas no solo ocuparon el espacio del cuadro; también lo reclamaron para sí mismas. Cada una, a su manera, desafió la idea de ser musa pasiva y construyó una carrera artística propia.
En esta edición, exploramos sus historias, sus luchas y su arte, reivindicando su lugar en la historia como creadoras. Porque su legado no es solo haber sido pintadas, sino haber sido ellas las artistas.
Victorine Meurent
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Édouard Manet. Olympia. 130×190 cm. 1863. Museo de Orsay. Paris.
La pintora Victorine Louise Meurent (1844-1927) es la mujer desnuda que aparece en este cuadro como Olympia. Ella es también la mujer desnuda del Almuerzo sobre la hierba (Öffnet in neuem Fenster) y la mujer de El Ferrocarril (Öffnet in neuem Fenster), así como La cantante callejera (Öffnet in neuem Fenster) o la Mujer vestida de torero (Öffnet in neuem Fenster), todos ellos de Édouard Manet, quien además le hizo un precioso retrato. (Öffnet in neuem Fenster) También es La esfinge parisina (Öffnet in neuem Fenster) y la preciosa mujer de El baño (Öffnet in neuem Fenster) de Alfred Stevens.
Pero Meurent también estudió arte y expuso en el Salón de París en cuatro ocasiones y en 1903 fue admitida en la Sociedad de Artistas franceses. Aunque su trabajo fue eclipsado por las obras en las que posó, fue una pintora activa en su tiempo. Se conservan pocas obras suyas, pero puedes verla aquí en su Autorretrato (Öffnet in neuem Fenster) y en La joven de la palma (Öffnet in neuem Fenster) y comprobar la calidad de su pintura.
Trabajar de modelo era una forma de ganarse la vida junto a las clases de violín que impartía. Algunos autores se han empeñado en hacerla amante de Manet, pero lo cierto es que era lesbiana y tuvo una relación de 20 años con Marie Dufour, una profesora de piano. Nunca se contagió de la sífilis que Manet padeció.
Sus desnudos en Olympia como en Almuerzo sobre la hierba fueron muy escandalosos ya que mostraban una mujer de mirada desafiante que no representaba ninguna diosa o mito, sino una mujer real. El mismo año que a Manet se le rechazó su Olympia en el Salón de Paris, ella pudo exponer allí su propio trabajo.
Elisabeth Siddal
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Dante Gabriel Rosetti. Beata Beatrix. 86×66 cm. 1864-70. Tate Britain. London
La pintora y poetisa británica Elizabeth Siddal (1829-1862) fue algo más que el rostro favorito de los prerrafaelitas. Su historia quedó reducida a ser la musa hermosa y trágica del grupo y la esposa de Rossetti. Pero fue una artista que luchó por tener su lugar como pintora en una sociedad machista.
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