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La gente necesita símbolos con los que abrigarse, porque fuera hace mucho frío

(Arturo Pérez Reverte)

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La Biblia y los textos cristianos son apasionantes obras de ciencia ficción, ya que las historias que cuenta han sustituido durante siglos a todas las series de Netflix y demás plataformas. Una de las más famosas y totalmente ficticia es la que narra como tres reyes de tres continentes lejanos vieron una noche que había nacido el hijo de Dios, gracias a la observación de un cometa en el cielo.

Se pusieron en marcha individualmente siguiendo su estela y llegaron a encontrarse en diferentes cruces de caminos haciendo el último tramo del trayecto juntos. Le llevaban preciados regalos a ese niño para asegurarle un buen futuro y lograron encontrarlo y conseguir un final feliz.

La historia fue tomando fuerza y credibilidad a través de los siglos gracias a los escritos dedicados a ella y a su iconografía, es decir, su manera de representarla en el arte. Es tan poderosa la mentira, que uno de los edificios más bellos del mundo, la Catedral de Colonia, se levantó para albergar en él las reliquias de estos tres inexistentes personajes en un cofre de oro macizo. Gracias a las peregrinaciones desde ese momento, sigue vigente como imán turístico hasta hoy.

Los supuestos restos mortales de los reyes aparecieron por primera vez en Constantinopla. No se sabe con certeza quien los llevó allí y, aunque no existen documentos históricos, la tradición popular señaló al emperador Constantino. Pero de esta familia no puedes fiarte ya que su madre, Santa Elena, fue de excursión a Jerusalén y siglos después de la muerte de Cristo encontró parte de la cruz, los clavos, la escalera y el cartel que estaba clavado en ella. Todo muy sospechoso.

Te invito ahora a recorrer la historia curiosa de estos tres Reyes Magos y por si todavía no lo has visto, aquí tienes el relicario de oro de los Magos situado en el altar mayor de la Catedral.

La estela del cometa

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Giotto. Adoración de los Magos. Fresco en la capilla de los Scrovegni. 1303-05. Padua.

Este fresco de los Magos pintado por Giotto (1266-1337) te permite ver una de las pocas representaciones de la estrella anunciadora del nacimiento del hijo de Dios como un cometa. Es una bola roja de fuego en el cielo que se mueve en una dirección concreta y que conduce a los personajes a su meta.

Estás en los inicios del siglo XIV en Italia y, como ves, el pintor no ha visto un camello en su vida. Por lo que sabe de algunas narraciones escritas, se los imagina de este modo, como una especie de caballos gigantes de cuerpo acortado y orejas tiesas y grandes.

Ya desde este momento se presentan los tres protagonistas de la manera que perdurará para siempre: el primero es un hombre viejo que se arrodilla junto al niño, el segundo es un adulto y el tercero un joven. Se simbolizan así las tres edades del hombre.

La Iglesia Católica se encargó de hacerles santos y en algunos cuadros llevan la aureola dorada de la santidad, como puedes ver en esta imagen. El espacio es muy humilde y contrasta con la riqueza de los magos, ya que estos se acompañan de un séquito importante. Algunos ángeles alados son los encargados de recibir los regalos: oro, incienso y mirra. (Este último era como siete veces más valioso que los otros dos).

El hecho de que el número de regalos fuera tres, simplificó la decisión para establecer el número de magos: tantos como regalos. En el evangelio de Mateo, no se habla en ningún momento de su número y se entiende que la palabra mago no se identifica con magia, sino con sabios o astrónomos.

Un anuncio más entendible

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Rogier van der Weyden. Tríptico Bladelin. 1445-1450. Museos Estatales. Berlin.

Rogier van der Weiden (1400-1464), como otros muchos artistas del siglo XV, emplea representaciones como esta para aclararte la visión de los magos en el cielo. Aquí un niño recién nacido, que puede teletransportarse en el espacio, es capaz de dar personalmente la noticia.

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Kategorie Iconografía y mitologías

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