Vivo de la buena sopa, no de bonitas palabras

(Jean-Baptiste Poquelin alias Molière)

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Estimada/o amante del arte:

Molière cita la sopa como el alimento indispensable para sobrevivir y a lo largo de la historia ha sido y sigue siendo el más habitual. Nada mejor que una buena sopa para tener una comida completa.

El nombre viene del germánico “Suppa” y se refería como en el español “sopas” al pan que se metía como alimento sólido en la leche o en un caldo para que se empapara y pudiera satisfacer el hambre. Después pasó a significar la cena, ya que se solía tomar por la noche. En catalán todavía se dice “sopar” a la comida nocturna y en inglés “supper”. En alemán “Souper” se refiere a una cena festiva a la que se solía invitar a amigos. Con el tiempo, la sopa es ese plato de caldo en el que te encuentras algunos ingredientes sólidos.

El arte ha reflejado muchas veces que la sopa fue el único alimento al que podían acceder los pobres. Hoy te cuento esto, pero también cómo una sopa de leche fue capaz de conseguir la paz en tiempos de guerra, la entrada desde el supermercado al mundo del arte de unas sopas enlatadas y cómo los fieles católicos se imaginaban a la Virgen dado sopa al hijo de Dios, como un gesto necesario para humanizarlo. ¡Buen Provecho!

La sopa de la paz

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Albert Anker. La sopa de leche de Kappel. 98 × 137 cm. 1869. Museo de Bellas Artes de Zúrich.

La sopa de leche de Kappel forma parte de la historia suiza ya que consiguió la paz entre los protestantes del norte y los llamados cantones católicos del sur en 1529. Algunos soldados pusieron un caldero de sopa en la misma frontera entre Zúrich y Zug, donde estaba localizado el conflicto, y alrededor de ella se fueron sentando soldados de ambos bandos para disfrutar de tan sabroso manjar. Esto propició que se firmara un acuerdo de paz que duró dos años.

Zúrich, que era protestante, había declarado la guerra a los territorios católicos porque estos habían quemado en la hoguera a un párroco que, aunque era católico, les hizo discursos reformadores. Ese fue el detonante. En realidad, se llegó al acuerdo pacífico antes de derramar más sangre. Hoy puedes visitar el lugar exacto donde estuvo el caldero de sopa en la ciudad de Zug porque han colocado allí un monumento: la piedra de la sopa de Kappel. (Öffnet in neuem Fenster)

La escena fue recogida por muchos artistas, entre ellos el suizo Albert Anker (1831-1910), quien fue un pintor de género, es decir, que reflejó todos los aspectos de la vida cotidiana y a través de sus obras puedes conocer muy bien la sociedad en la que vivió. Y por supuesto, no podía faltar una de las historias más famosas del país, la de la sopa de leche, que sigue formando parte de la carta de muchos restaurantes en la zona. ¿Nadie tiene una sopa de leche para Putin?

La sopa de los pobres

María Blanchard. Niña comiendo sopa. 82 × 60 cm. 1924.

Hasta el 29 de septiembre de 2024 puedes ver la mayor exposición que se ha hecho nunca de María Blanchard (1881-1932) en el Museo Picasso de Málaga (Öffnet in neuem Fenster). Hay muy pocas mujeres en el cubismo pero, sin duda, ella es la más importante. Pasó casi toda su vida en Paris y mantuvo una gran amistad con Juan Gris, Picasso, Diego Rivera, Angelina Beloff, Jacques Lipchitz y la pintora rusa Marie Vassilieff. Con casi todos ellos compartió vivienda o estudio.