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Los gatos sueñan con señoras extravagantes

Cada martes tómate cinco minutos para desconectar de tu rutina y disfrutar del arte. Afíliate y accede a todos los contenidos y extras. Hoy te cuento algunas historias de gatos.

Estimada/o amante del arte,

¿Te imaginas que los gatos hablaran, tuvieran jerarquías y leyes que regularan todas sus actuaciones y tu pudieras entenderles? Eso fue lo que escribió en 1553, William Baldwin en “Cuidado con el gato” (Beware the cat), la primera novela en lengua inglesa de la historia. Gracias a una poción mágica preparada por el alquimista Albertus Magnus, un sacerdote consigue entenderles durante un día. Y es que la fascinación por estas mascotas existe desde siempre. Te cuento algunas historias

Tamit la gata y Bastet, la diosa con cabeza de gato

La diosa Bastet se representa con cabeza de gata y un vestido largo.

Los egipcios pensaban que los gatos eran sagrados para los dioses, especialmente para Bastet, diosa del hogar y la fertilidad, y los momificaban al morir, para ser enterrados junto a sus dueños o en cementerios solo para gatos. También el número 9 era sagrado en el antiguo Egipto y quizás de ahí procede que se les atribuyan nueve vidas. Algo que los católicos transformarían en 7, el número favorito de su religión. Hay muchas representaciones de felinos en las tumbas egipcias y desde el 2000 a. C. aparecen con collar, lo que confirma su pertenencia a dueños. Se les apreciaba mucho especialmente por matar a roedores y serpientes y contribuir a la seguridad del hogar.

Tamit, cuyo significado es “la gata”, se llamaba la mascota del príncipe Tutmosis, hijo de Amenotep III, que no sucedió a su padre por morir joven. La tumba que se encontró de esta gata tenía su propio sarcófago y los mismos honores que la dedicada a su dueño. Tamit se adoptó durante siglos como nombre de mujer.

La primera influencer

Tres gatitos juegan con un cesto bajo la atenta mirada de su madre. Una escena dulce.

La holandesa Henriëtte Ronner-Knip (1821-1909) aprendió a pintar de sus padres y después les pasó la profesión a dos de sus hijas y a su hijo. Su tema favorito y que la hizo rica y famosa, desde los 15 años, fueron sus cuadros de animales, especialmente de gatos, mucho antes de Instagram y Tik-tok. Al principio, pintó también paisajes y bodegones, pero pronto encontró su pasión. Siempre fue una pionera y a los 28 años se convirtió en la primera mujer miembro de la Asociación de Artistas de los Países Bajos. Se mudó a Bélgica al casarse con Feico Ronner, un hombre de débil salud, por lo que ella fue siempre la que ganó el dinero con su trabajo artístico para su familia con seis hijos. 

Los burgueses querían ser retratados junto a sus mascotas, así que tuvo importantes encargos, entre ellos de la reina belga Marie Henriette y también del Kaiser alemán Wilhelm I. En 1887 se le concedió la Orden Leopold, (por primera vez a una mujer y además artista) y también obtuvo la Orden de Oranien-Nassau. Sus cuadros cuelgan en prestigiosos museos de todo el mundo, aunque no hayas oído mucho de ella con anterioridad.

Foujita y Fou-Fou

El artista se autorretrata con mirada fija mientras su gato apoyado en su hombro le mira con cara enfadada.

Por haber nacido en Tokio, Tsuguharu Fujita (1886-1968) era un artista exótico cuando llegó a Paris en 1915. Se instaló en un Atelier de artistas de la Cité Falguière, el mismo que puede verse en una pintura de Chaïm Soutine. (Abre numa nova janela) También vivían allí Modigliani y Brancusi. Se cuenta que el barrio estaba lleno de gatos y él se quedó con uno al que sus amigos llamaban Fou-Fou. (Años más tarde se hizo llamar Leonardo en honor a da Vinci). Después de pasar el día pintando, se iba a la carnicería de la esquina para pedir algo de hígado para su gato, un manjar que era, en realidad, para su estómago hambriento.

A Fujita le encantaba llamar la atención, le añadió una “o” a su apellido y se convirtió en Foujita, mucho más francés. Poco a poco, creó el personaje con el que empezó a vender muy bien sus obras. Pintó a Kiki de Montparnasse (Abre numa nova janela)y se paseó con Isadora Duncan en su coche deportivo, derrochando su dinero. A sus modelos las pintó como mujeres pálidas, con un color blanco que muchos querían imitar y cuyo secreto guardaría celosamente. Pero también se autorretrató muchas veces junto a su gato. Busca esos cuadros para ver que el artista tiene siempre la misma mirada, mientras el gato es el que expresa realmente lo que siente.

Los gatos sueñan con señoras extravagantes

Un gato asoma por la ventana de una torre mientras en el paisaje juegan una decena de gatos diferentes.

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Tópico Arte y objetos/animales

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