Un caballo, un caballo, mi reino por un caballo!
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Estimada/o amante del arte:
Las representaciones de caballos y jinetes se remontan a la Edad del Hierro, algo más de siete siglos a.C. Unas veces son naturalistas y otras esquemáticas, pero demuestran la estrecha relación con los humanos desde entonces. Si piensas en cualquier otra época, los caballos están presentes como medio de transporte o trabajo y es difícil imaginar la historia sin ellos, porque seguro que habría sido diferente. Su valor era tan grande que Shakespeare nos contó que Ricardo III estaba dispuesto a ofrecer sus posesiones por un solo ejemplar. Aquí te cuento algunas historias con caballos.
Nadie entendió los caballos como ella
(Abre numa nova janela)Rosa Bonheur (1822-1899) fue la pintora más relevante del siglo XIX. Se dedicó a convertir en arte los animales que pintó, especialmente los caballos. Este cuadro, titulado La feria de caballos (Abre numa nova janela) de 1853, actualmente en el Metropolitan de NY, la consagró como artista. Su trayectoria es brillante, consiguió los mayores premios internacionales y fue la primera mujer en recibir la Gran Cruz de la Legión de Honor Francesa en 1894. Bonheur fue también la primera a la que el Estado le permitió llevar pantalones, algo prohibido a las mujeres. A su muerte, su pareja y también pintora Ana Klumpke creó el Museo dedicado a su obra. Aquí puedes visitarlo (Abre numa nova janela).
Desde 1852 vivió en el castillo de By y allí pudo tener cuadras y espacio suficiente para cuidar de los animales que le servían de modelo. Incluso crió dos leones. En 2022, Francia celebró el bicentenario de su nacimiento para restaurar el significado su figura. En el siglo pasado se intentó silenciar, como con tantas otras artistas, pero solo se consiguió en parte por la importancia de sus reconocimientos.
Caballos azules, puros y espirituales
"A los dos nos gustaba el azul, Marc tenía predilección por los caballos, yo por el jinete, de ahí el nombre". Esto escribió Kandinsky respecto al grupo de artistas que creó con Franz Marc (1880-1916) en 1911, titulado El jinete azul. También editaron un solo ejemplar de la revista con ese nombre. A partir de 1909, Marc deja de pintar figuras para dedicarse a pintar animales y, entre ellos, muchos caballos azules porque ese color tenía para él energía y espiritualidad. En toda su obra hay un trasfondo místico debido a su educación religiosa y, en ese sentido, es equiparable a Van Gogh.
Para él, los animales eran seres más puros que los hombres. No hay que olvidar que estaba a punto de estallar la primera guerra mundial, en la que él perdería la vida como soldado. Los caballos de Marc tienen ritmos suaves y forman composiciones armónicas, reflejo del hogar tranquilo y artístico en el que creció. Sin embargo, su arte fue calificado de degenerado por los nazis.
Caballos en la galería de arte
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