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El cabello es el ornamento más rico de una mujer

Martin Luther King

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El cabello, además de una característica física de las personas es un símbolo con significados culturales y emocionales. Para los artistas de todas las épocas ha sido una fuente de inspiración.

Los faraones egipcios y los gobernantes de Mesopotamia demostraban su poder con pelucas majestuosas cargadas de significado religioso. En Grecia y Roma eran la estética y la filosofía quienes marcaban su representación. El Renacimiento celebró la belleza del cabello en los cuidados peinados y el barroco volvió a las pelucas y la opulencia. El Romanticismo abogó por la simplicidad y naturalidad y el arte moderno fue un campo de rebeldía y experimentación para el cabello. En el arte actual sigue teniendo un papel importante para muchos artistas en variadas direcciones.

Hoy te cuento cuatro historias relacionadas con el cabello. Están en las obras de las artistas Frida Kahlo, Ana Mendieta, Marina Abramovic (con Ulay) y Ewa Juszkiewicz.

El cabello del desamor

Frida Kahlo. Autorretrato con pelo cortado (La pelona). 1940. MoMA New York

Pocas trayectorias artísticas son tan autobiográficas como la de Frida Kahlo (1907-1954) y la historia que cuenta este autorretrato es real. La hermosa Frida, que sabía peinarse y adornarse el cabello con flores como nadie y que marcó su femineidad vestida de trajes tehuanos, se presenta aquí sin esos atributos: vestida como un hombre y con el cabello cortado.

Al igual que muchos hombres, Diego Rivera admiraba el cabello largo en las mujeres y, por tanto, la melena de Frida. En el momento que ella pinta el cuadro, la pareja ha roto, porque él le ha sido infiel con su hermana pequeña. El dolor y la rabia llevan a Frida a ese doble castigo: a ella misma porque se siente menos mujer y a él porque le priva de lo que tanto admira en ella.

El traje masculino que viste es de Diego y le queda muy grande. Sentada en una silla, Frida se muestra digna y dirige su triste mirada a al espectador. Su pelo esparcido parece sembrase en la tierra rojiza con la esperanza de que crezca en el futuro. En la parte superior del cuadro suena una canción popular mejicana, en la que un hombre canta que quería a su mujer por su largo cabello, pero ahora que se lo ha cortado ya no la quiere. Kahlo renuncia al amor de Diego y plasma así su profundo dolor.

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