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Solo trabajar y no jugar te hace estúpido

(Karl Marx)

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Miguel de Cervantes escribe en su gran obra Don Quijote de la Mancha que el juego de naipes existía desde tiempos de Carlomagno. Posiblemente sea cierto, pero la mayoría señala que lo inventaron los chinos en el siglo XII y llegó a Europa casi dos siglos más tarde. En la actualidad, según datos estadísticos, hay un renacer creciente de los juegos de mesa, ya que el uso de pantallas para todas las actividades nos ha saturado y necesitamos un descanso analógico y divertirnos juntos, en familia o con amigos.

En el arte, hay obras en todas las épocas que muestran jugadores de cartas en un ambiente lúdico y relajado, pero también peleándose por dinero o por las trampas. A veces, la escena del juego se carga de simbolismos. Te selecciono algunos ejemplos.

El juego desde la mirada femenina

Judith Leyster. La partida de naipes. Òleo sobre lienzo. 54 × 43 cm. 1633

Judith Leyster (1609-1660) fue la artista más importante del Siglo de Oro holandés. Es la pintora de la sonrisa, pues la lucen casi todos sus personajes. Curiosamente no era hija de pintor y no solo aprendió el oficio, sino que ella misma obtuvo la capacitación de maestra y formó a otros artistas masculinos. Su firma era un monograma con sus dos letras JL y una estrella, por lo que, durante mucho tiempo, se atribuyeron sus pinturas a otros artistas, sobre todo, a su maestro Franz Hals y a su marido el también pintor Jan Miense Molenaer, que nunca alcanzó su prestigio. Hasta hoy se conocen alrededor de treinta y cinco pinturas de Leyster, descubiertas desde el siglo XX.

Sus obras muestran una perspectiva femenina, lo que cambió el papel de las mujeres en la época pues, en sus cuadros, no asumen el papel habitual de complacer al hombre. En esta partida de cartas puedes comprobarlo. Se trata de una escena nocturna en un local donde una mujer está rodeada por dos hombres enfrente y otro en su espalda. La mujer aparece como personaje principal al estar más iluminada y ocupando la diagonal del cuadro. Su mano derecha señala sus cartas, mientras la izquierda totalmente abierta parece indicar que no hace trampa alguna y su mirada interpela la opinión de otra persona que no vemos, porque está fuera de escena. Por los gestos, los hombres parecen formar un equipo y querer demostrar a la mujer que ellos tienen mejor jugada. Sin embargo, como espectador no les crees, porque con la iluminación y sus gestos de complicidad, la artista te deja dudar de que la jugada haya sido honesta.

Judith Leyster dejó de pintar cuando se casó, porque tuvo cinco hijos de los que solo dos llegaron a edad adulta. Aún así, sus pinturas muestran una calidad excepcional y están en los mejores museos del mundo.

El juego como esperanza de normalidad

Otto Dix. Jugadores de Skat. Óleo sobre lienzo con collage. 110×87 cm. 1920. Neue National Galerie Berlin.

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Sujet Secretos del arte

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