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La mente es como un paraguas: funciona mejor cuando está abierta

(La frase es de Walter Gropius, el fundador de la Bauhaus)

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Estimada/o amante del arte:

En 1964 viste descender desde cielo una mujer con un paraguas, dispuesta a sacudir la fantasía de los niños de la familia Banks. Basada en la novela de la escritora Pamela Lynwood Travers y personificada en la dulce Julie Andrews, la película Mary Poppins inspiró a toda una generación. También te recomiendo el cortometraje de Errol Morris, El hombre del paraguas, sobre el asesinato de Kennedy, una historia moral acerca de cómo se producen los pensamientos siniestros.

Es curioso cómo la forma de este objeto tan familiar, para protegerse de la lluvia, no ha cambiado desde finales del siglo XVIII. Y ahora, que entramos de lleno en el otoño lluvioso, se me ocurre repasar algunos cuadros cuyo protagonista especial es el paraguas.

Pintar la cotidianeidad

Gustave Caillebote. Calle de Paris en un día lluvioso. 212 x 276 cm. 1877. Art Institut Chicago.

El cuadro de Gustave Caillebote (1848-1894) te muestra París en un día tranquilo de lluvia, en el que domina la lentitud y la armonía. La lluvia suave se deja oír, pero también ver en el brillo del pavimento. Aunque no percibes como cae el agua, puedes imaginártela si te fijas en la atmósfera, sobre todo al fondo del cuadro. La composición responde aquí a una perspectiva central cuyo punto principal se encuentra aproximadamente detrás de la farola, en la línea del horizonte. Ahí confluyen todas las líneas horizontales, con lo que el artista consigue una gran profundidad y que todo sea ordenado.

Caillebote heredó una gran fortuna y, además de un pintor muy singular, fue mecenas de Renoir, Degas y Monet y financió varias exposiciones de los impresionistas. Sus cuadros reflejan, con gran talento, las actividades de la vida cotidiana de su tiempo.

El caos bajo la lluvia

Pierre-Auguste Renoir. Los paraguas. 1880-86. 180 x 114 cm. National Gallery. London

Pierre-Auguste Renoir (1841-1919) te muestra un momento otoñal cotidiano de la sociedad parisina, en que se inicia la lluvia y se organiza el caos, porque los paseantes abren, todos al mismo tiempo, sus negros paraguas. Hay muchas cosas interesantes en este cuadro. Por ejemplo, la composición no es casual aunque lo parece. Renoir elige muy bien la posición de cada uno de los paraguas para componer una sinfonía de negros y grises que van a ocupar el tercio superior del cuadro. Las formas redondeadas se repiten también en el cesto y el aro de la niña. Fíjate también que el cuadro corta bruscamente las figuras a ambos lados. Esto presenta una pintura incapaz de atrapar toda la acción, como si fuera una fotografía, lo cual es algo novedoso en su momento y le aporta dinamismo. También contribuye a ello que el artista mezcla el carácter de las pinceladas, combinando zonas nítidas con otras más imprecisas para resaltar la agitación del momento.

Compara el cuadro de Renoir con el de Caillebote para darte cuenta que, en realidad, ambos han elegido el mismo tema en la misma ciudad. Sin embargo, la interpretación de cada uno es muy diferente. Eso se llama "la mirada del artista".

La figura femenina principal que porta la cesta es un retrato de la pintora Suzanne Valadon, quien posó en varias ocasiones para Renoir y cuya obra pictórica es de una calidad impresionante y que, como con tantas otras artistas, se va descubriendo poco a poco.

La mirada perdida que conmueve

Marie Bashkirtseff. El paraguas. 1883. Museo del Estado ruso. San Petersburgo

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Sujet Arte y objetos/animales

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