El arte es un poderoso árbol de hondas raíces
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Los árboles han sido fuente inagotable de inspiración poética. En las mitologías son puentes entre la realidad y el infinito o representan el universo entero. La Biblia habla de los dos árboles existentes en el paraíso: el primero, el de la sabiduría, capaz de hacerte discernir el bien del mal y el segundo, el de la vida. Como castigo por probar el fruto del primero, Adán y Eva no llegaron a probar del segundo para conseguir su eternidad.
El árbol de la vida, aparece en todas las culturas desde los hindúes, los egipcios o los musulmanes, siempre asociado a la inmortalidad. Te cuento algunas historias sobre las representaciones de árboles que han hecho estos artistas.
El árbol de la vida de Klimt
Gustav Klimt (1862-1918) se sintió fascinado por el descubrimiento y la representación de motivos inspirados en el arte clásico, al que, como otros artistas de su época, consideraba superior a cualquier otro arte de la Antigüedad. Hijo de un grabador de oro y una cantante de ópera, se crió en el ambiente de una Viena lujosa y artesanal. La etapa en la que utiliza oro en sus pinturas, va de 1903 a 1909 y fue una lógica consecuencia de todo ello.
Klimt elige el tema del Árbol de la vida en un friso que pinta de 1909 a 1911 para el comedor del Palacio Stoclet en Bruselas. Narra la leyenda del dios egipcio Osiris y la diosa Isis, que eran hermanos y esposos. Osiris es asesinado dos veces por su hermano Seth y resucitado en ambas ocasiones por su esposa. Osiris, dios de la vida, se convertía así en el dios de la vida después de la muerte. El árbol de Klimt parece renacer sin fin a través de sus espirales infinitas y su colorido muestra la luz y la fuerza creciente de la vida.
El árbol gris que transformó a Mondrian
Piet Mondrian (1872-1944) cuenta que cuando estaba buscando su estilo propio, lo primero que decidió fue inventar sus colores. Se dio cuenta de que intentar reproducir en un cuadro el color existente en la naturaleza era imposible y dejó una frase para la historia: "La naturaleza no puede copiarse". Así que, siguió investigando en los valores estructurales de la pintura, buscando la mayor objetividad de la representación. No quería reproducir el aspecto externo de lo natural, sino llegar a contar lo que la naturaleza realmente es.
En 1911, asistió a una exposición cubista en Amsterdam y, le impresionó tanto, que se mudó a Paris para seguir ese movimiento, porque pensó que en él estaba el verdadero camino. Este Árbol gris, pintado en ese año con tonos grises y blancos y con las ramas dibujadas con líneas arqueadas, es uno de sus pocos trabajos cubistas. Esta obra fue muy importante en su trayectoria, porque le proporcionaría el salto a su conocida abstracción.
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