Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera
(Pablo Neruda)
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Estimada/o amante del arte,
si hay un tema que se asocia automáticamente a las mujeres artistas son las flores. No es que los artistas masculinos no las hayan pintado, (piensa solo en Van Gogh) sino que hay periodos de la historia del arte en los que a las mujeres no se las permitía pintar otra cosa. Las artistas consiguen ir a las academias para aprender arte ya iniciado el siglo XX y todavía eran exclusivamente para mujeres, donde no tenían modelos desnudos, tampoco femeninos.
Pero como ni la primavera ni el ganar posiciones sociales para las mujeres puede detenerse, las artistas han expresado su mundo interior y su lucha por sus derechos también con flores. Las tres artistas a continuación pertenecen a tiempos y países diferentes, pero son una muestra de lo que han sido capaces de expresar a través de las flores.
Recuerda que puedes ver aquí todas las publicaciones anteriores:
Flores para sanar enfermos
Giovanna Garzoni. Jarrón con Flores, un Melocotón y una Mariposa. Temple y lápiz negro sobre papel. 66 × 48 cm. Galería de los Uffizi, Florencia
Nadie como Giovanna Garzoni (1600-1670) podía pintar frutas más apetitosas y flores y hojas con más detalles. Sus clientes estaban dispuestos a pagar altas sumas por sus cuadros. El concepto de “naturaleza muerta” no puede aplicarse a sus obras, ya que ahí todos los elementos estan muy vivos. Aunque también pintó motivos religiosos y mitológicos, sus temas más espectaculares son las flores y los frutos. Su minuciosidad en el detalle es única, puede decirse caligráfica. Para ella, las pinturas debían despertar los sentidos, la belleza en el caso de las flores o el apetito en las frutas y verduras. Para resaltar su viveza incluye insectos revoloteando y, como en este caso, reflejos en el vaso de vidrio donde puedes ver la habitación en la que las flores se encuentran. Estos motivos tenían, en su tiempo, un sentido terapéutico, pues estimulaban al paciente a la curación al fomentar la sensación de bienestar. Cuando uno no podía permitirse una obra de arte con flores pintadas, el sustituto eran las flores al natural.
A la edad de 16 años Garzoni recibió el encargo de pintar un herbario. De ahí desarrolló un carácter científico en sus representaciones. Su técnica y claridad en los fondos define su estilo singular. Vivió en Venecia, Roma, Turin, Nápoles, Florencia y Paris y trabajó para los Medici y otros nobles y cardenales. Recorre sus obras y podrás admirar la modernidad de esta casi desconocida mujer del barroco.
Flores para conocerse a una misma
Georgia O’Keeffe. Gris, Azul y negro en círculos rosa. 1929. Dallas Museum of Art.
Alfred Stieglitz (1864-1946) fue fotógrafo y galerista y la persona más influyente a principios del siglo XX en dar visibilidad a las mujeres artistas que expuso en su galería. Para presentarlas confeccionó un plan de marketing perfecto y de acorde a los ideales de su tiempo: la mujer americana modernista tenía que desligarse de las tareas del hogar y ser una mujer liberada capaz de expresar la sexualidad atrapada en su subconsciente, al tiempo que debía mantener una cierta ingenuidad.
Para ello, buscó a las artistas que se acoplaban a sus ideas y entre todas, fue Georgia O´Keeffe (1887-1986) quien más le fascinó y de la que hizo unas 300 fotos. Ella presentaba esa energía creativa y, al mismo tiempo, la modeló para dar una imagen de “mujer-niña”, combinando madurez erótica y candidez. Stieglitz se separó de la rica mujer que le había mantenido para casarse con ella en 1924, cuando él tenía 60 años y O´Keeffe 37.
Toda la obra de Georgia O´Keeffe es una introspección en su persona y cumple el guión de mujer modernista, pero es resistente al erotismo. Cuando su marido tiene una amante, ella tiene una crisis depresiva y elige irse al desierto de Nuevo Méjico, estableciéndose en Santa Fe, donde pasará casi toda su vida en soledad creativa. La Naturaleza la sobrecoge e intenta pintar las flores y paisajes combinando su grandeza y la búsqueda de su yo verdadero, consiguiendo una gran originalidad en su obra. A partir de sus 80 y hasta sus 99 años en que muere ciega, decide viajar por el mundo y pintar otros paisajes, siendo ya una artista cotizada por los grandes Museos.
Flores para esconder secretos
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