Busco piso con balcón y vistas espectaculares
Un nuevo martes para dejar volar tu imaginación y explorar el arte con cinco minutos de lectura. Sal al balcón para contemplar cómo diferentes artistas han plasmado su creatividad en este espacio y afíliate para disfrutar al máximo de todos los contenidos.
Estimada/o amante del arte:
Los balcones aumentaron su importancia en la pandemia. Salir al balcón para comunicarse con los vecinos, aplaudir u observar la vida que apenas existía en la calle, fue una nueva función para estos espacios. En el arte, el espacio del balcón se ha usado tanto para ver, como para ser vistos por los otros. Te muestro algunos ejemplos.
El balcón como escenario para ser vistos
En 1799, Francisco de Goya (1746-1828) terminó la decoración de la Capilla de San Antonio de la Florida en Madrid. Como era propiedad de los Reyes, el artista tenía total libertad para pintar y decidió decorar la cúpula con un balcón circular (Opens in a new window) y muchas figuras asomándose a él. El efecto desde abajo es impresionante y novedoso. Además, Goya representó gente del pueblo en un edificio religioso.
Diez años después, pinta una serie de lienzos con balcones. Entre ellos, el cuadro titulado Maja y Celestina tiene su historia. Celestina es el personaje literario de una vieja alcahueta en la novela de Francisco de Rojas, escrita a finales del siglo XV, que apaña los amores de Calisto y Melibea. Aunque existían muy pocos ejemplares, la Inquisición había prohibido el libro desde 1640. Parece que Goya recibe un ejemplar a través de Manuel Godoy, amigo suyo y primer ministro de Carlos IV y decide pintar el tema en un balcón.
El cuadro de Goya muestra una joven bien vestida, algo sonrojada, con una mirada pícara dirigida al espectador del cuadro. Su lujoso vestido acentúa su erotismo y contrasta con la vieja a su lado. Esa es su Celestina, la encargada de gestionar sus amores. La tela a la derecha recuerda a la usada en la cúpula de San Antonio para aportar realismo a la escena. Aquí está señalizando el espacio íntimo del dormitorio, detrás de ella. Fíjate donde te sitúa Goya como espectador frente al cuadro: tu mirada a la altura de las rodillas de la figura.
Un balcón para reunir a los amigos
El balcón más famoso es el pintado por Édouard Manet (1832-1883) en 1869. Detrás de una barandilla fina de hierro, tres personas amigas del pintor, parecen observar la vida callejera. El cuarto personaje en la penumbra es un sirviente. La mujer sentada es la pintora Berthe Morisot (que ya conoces), a la que pinta aquí por primera vez. La acompañan la violinista Fanny Claus y el artista Guillemet. Manet se inspira, para la composición, en otro cuadro de Goya Majas en el balcón (Opens in a new window), aunque le cambia totalmente el sentido. (Desde que Manet viajó a Madrid, Goya estuvo entre sus referentes). Los personajes del balcón están desconectados entre sí, porque cada uno mira en una dirección. Por la elegancia de los vestidos, debe tratarse de una celebración con mucha gente. Las figuras son como un espejo de lo que está ocurriendo y pueden ver lo que es invisible para ti, como espectador del cuadro.
Manet consigue con esta obra un discurso sobre las miradas en el arte y transgrede el espacio arquitectónico, borrando las fronteras entre el espacio interior y el exterior. Fíjate a qué altura estás, como espectador, con respecto a los personajes.
Rene Magritte contestará a Manet con el cuadro Perspectiva II (Opens in a new window), de 1959, en el que cambia las figuras por ataúdes, con lo que anula el juego de las miradas y crea una escena surrealista, sin sentido. Te invito a que compares ambas obras. Magritte juega con tu percepción y quiere sorprenderte con una imagen fuerte e inesperada, que tiene más efecto cuando ya conoces la obra de Manet.
El españolismo de una americana en París
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