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Algunas veces pienso en que no tengo nada que decir, nada que agregar, nada que articular. No me gusta ese sentimiento, me resulta desconcertante porque parece que el tener algo que decir me hace más interesante, o más valiosa. Una parte de mí siente que es triste tener esta necesidad de querer resaltar y otra parte de mí usa la tristeza como un accesorio que me da carácter ante el espejo, y si llego a la raíz me doy cuenta de que lo que anhelo es validación, porque claro que en mi mente soy una genio! pero afuera? Quizás no importa si a alguien le interesa lo que tengo que decir porque en este momento solo estoy yo en este cuarto y para ser sincera, estoy un poco harta de mi misma, pero tal vez dios está ahi fuera, y tal vez está dispuesto a sostener mi mano y a decirme que todo estará bien, y tal vez yo estoy dispuesta a escucharlo y a creerle, y a quedarme dormida pensando que todo va a estar bien, sí, tal vez eso haré esta noche después de lamentarme por haber nacido, me pondré de rodillas y pediré tener algo que decir.

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